lunes, 28 de marzo de 2011

Leyenda de Toledo: La luz imperecedera


Ermita del Crito de la Luz
La tradición cuenta que el rey Alfonso VI entró en la ciudad por la puerta antigua de Bisagra, que en la actualidad lleva su nombre, acompañado de un gran séquito de importantes personajes. Cogió el camino natural y mas directo, aunque mas difícil por su tremendo desnivel: la cuesta del Cristo de la luz. Atravesó la puerta de Valmardón y cuando su caballo pasaba frente a la mezquita, se arrodilló negándose a avanzar. El caso se tuvo por insólito y ante la persistencia del equino en su actitud se pensó que era un aviso del cielo.
Buscando la explicación de este sorprendente hecho, se penetra en el templo y se observa que desde uno de los muros sale un potente resplandor que ilumina el recinto. Se ordenó excavar en el lugar y se encontró oculto tras el muro el crucifijo que, a pesar de casi cuatro siglos transcurridos en su encierro, mantenía viva la llama de una lamparilla, gran contento produjo entre los conquistadores, quienes tomaron al Cristo y, encabezados por el, llegaron hasta Zocodover.

El crucifijo se colocó en la antigua mezquita cuando ésta fue consagrada y dispuesta para el culto cristiano, tomando desde ese momento el nombre de la ermita del Cristo de la Luz.

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